domingo, 30 de diciembre de 2012

ESFUERZO

El esfuerzo es, ante todo, un deber elegido, un modo de ser y estar en el mundo que el individuo se impone a sí mismo por convicción interior, de manera libre. Por eso debe haber libertad para escoger el esfuerzo tanto como para optar por su contrario, la renuncia a la vida esforzada.
        
Hoy no existe tal libertad, ya que desde el poder se impone la pereza, la desidia y la debilidad al individuo común, salvo en la esfera de lo productivo, donde se exige el esfuerzo, sí, pero sobre todo la docilidad. Así, se hace al sujeto un ser escindido en dos, una criatura caotizada.
        
El esfuerzo que preconizo es desinteresado. No debe proporcionar nada provechoso de importancia a quien se adhiere a él, adoptando la forma de entrega magnánima, generosa, desprendida. El esfuerzo egoísta no es civilizatorio, y ni siquiera es a secas. Como mucho, es esfuerzo para el mal, cuando es esfuerzo auténtico es un bien que sirve al bien.
        
Cuando se hace hábito es el fundamento de la libertad, pues ésta, que es polisémica y poliédrica, se expresa como capacidad para realizar las metas propuestas. Quien se marca fines y no logra llevarlos a efecto porque no posee el hábito del esfuerzo es el peor de los sometidos, el más miserable de los esclavos. Peor aún es la situación de quien no se los fija, incapaz del esfuerzo que eso exige, admitiendo de esa manera los objetivos que estatuya el poder constituido.
        
El esfuerzo es un fortalecimiento de la voluntad buscado y cultivado con el fin de realizar la libertad y constituirse como persona.
        
Adopta muchas formas. Esfuerzo intelectivo, esfuerzo activo, esfuerzo moral, esfuerzo convivencial, esfuerzo combatiente, esfuerzo físico. El primero proporciona libertad para buscar la verdad, el segundo para realizarla, el tercero para hacerse sujeto de virtud, el cuarto para desplegar el amor, el quinto para resistir al mal con valentía y el sexto para construirse como ser humano vigoroso en lo corporal.
El esfuerzo equivale a responsabilidad, a hacerse cargo de la totalidad de la propia existencia, como individuo y como ser social, sin delegar nada importante. Por tanto, es autogobierno, es autogestión, es vida desde sí, plena, no especializada, integral. El todo de la vida proviene del esfuerzo, porque vivir es esforzarse en vivir.
        
La muerte, cierto es, nos derrota y aniquila, pero mientras estamos vivos somos lo que nos esforzamos.
        
Cuando dejamos de esforzarnos estamos transfiriendo nuestra autonomía a los poderes de este mundo de pesadilla, nos hacemos criaturas sometidas, envilecidas, degradadas.
        
Porque no es el Estado de bienestar quien ha de cuidar de nosotras y nosotras, para podernos tumbar a disfrutar, sestear y gozar. Somos nosotras y nosotros quienes tenemos que hacernos cargo del todo finito de nuestras condiciones de existencia.
        
La “ayuda” institucional nos degrada de personas a cosas dado que nos hace pasivos, autistas, flojos, insociables y dependientes. El esfuerzo nos convierte en personas porque nos hace sujetos, seres que hacen y obran, activos y creadores. La actividad es esfuerzo, y la creación también lo es. Por eso estar vivos es esforzarse, mientras que la muerte es “el descanso eterno”, el no esfuerzo por toda la eternidad. Por eso es bueno el sufrimiento que proviene del esfuerzo, debido a que no hay esfuerzo de importancia sin dolor.
        
Una existencia sin esfuerzo es sin inteligencia, sin voluntad propia, sin energía, sin vitalidad. Criaturas degradadas en lo físico y en lo espiritual, obesos del cuerpo y de la mente, perezosos abyectos, seres lúgubres. Pocos especímenes humanos más dignos de lástima que los que se adscriben a credos que niegan el esfuerzo, los hippies y la progresía, por ejemplo. Son los seres nada más perfectos. Huyendo del esfuerzo se precipitan en el no ser, por mor de la pereza y los dogmatismos, el miedo a vivir y el espanto ante dolor.
Conciben su felicidad como un no-hacer, con lo que se equivocan por partida doble, al escoger la felicidad y al escoger el no-hacer.
        
El esfuerzo, para manifestarse, requiere metas. Pero se ha de considerar que es un fin en sí mismo tanto como un medio. Siendo fin y medio se expresa el esfuerzo más perfecto. Fijar metas es un esfuerzo. Pensar es quizá el esfuerzo mayor. El silencio que nos permite volver a ser nosotros mismos es un esfuerzo, lo mismo que la meditación y la quietud. Dominar el miedo y cumplir con el deber autoimpuesto es otro esfuerzo.
        
Por el esfuerzo nos hacemos y realizamos, y por el esfuerzo nos deshacemos y perdemos. La sabiduría se manifiesta en escoger el esfuerzo que crea y repudiar el que destruye.
        
El amor es un esfuerzo, porque es dar, es ponerse al servicio, es renunciar. Amor es amar muy por delante de ser amado, por tanto esforzarse y servir, muy por delante de recibir y gozar.
        
El esfuerzo es un hábito, que se planifica. Y una auto-vigilancia, y una lucha interior perpetua, para día a día irnos mejorando como sujetos diligentes y activos. Como seres humanos reconstruidos.

6 comentarios:

  1. ¿Y por qué no crear un movimiento mutualista basado en la economía del don que no la capitalista, sin mercados pero sí con espacios para la entrega y recepción desinteresada de nuestra capacidad de esfuerzo para el trabajo, cuya única "moneda" de cambio fuera la generosidad y la gratitud? Creando así un contrapoder real a la economía capitalista que nos permitiera dejar de vivir tan sometidos a los dictados de esta.

    Consiguiendo así un grado de libertad económica y material para que las restantes manifestaciones del esfuerzo puedan llevarse a cabo con mayor grado de calidad.

    Porque si esforzarse significa autogobernarse y autogestionarse, un movimiento mutualista, conformado por asociaciones mutualistas en cada ciudad o pueblo que permitan canalizar los esfuerzos de las personas que queremos desarrollarnos al margen del par Estado-capital, cuyos valores solidarios de la ayuda mutua y la reciprocidad entre sus integrantes sería el mismo denominador, es algo urgente y necesario.

    “Somos nosotras y nosotros quienes tenemos que hacernos cargo del todo finito de nuestras condiciones de existencia.”

    Este esfuerzo por el cuidado de aquellos que también demuestran una buena disposición por nuestro cuidado es indispensable canalizarlo en estas formas de asociacionismo mutual, por lo que tenemos que ponerle una frontera a la avaricia, el egoísmo y la ingratitud de mucha gente que no está preparada para realizar el esfuerzo de integrarse a este tipo de asociación mutual de la que hablo y que de aceptarla en su seno, no tardaría mucho en dinamitarla desde los cimientos.

    La solidaridad en base al esfuerzo y al sacrificio compartido en cada una de estas asociaciones mutuales repartidas por toda España y más allá si cabe, pero todas hermanas entre sí, tendría que ser la base para que de mano de nuestros iguales lográsemos emanciparnos de la tutela estatal y de las reglas económicas abusivas del capitalismo.

    Por todo ello, si a alguien más le entusiasma tanto como a mi la creación de este movimiento mutualista sin más frontera que el de la ayuda mutua y la reciprocidad entre sus socios como una gran y noble meta a la que dedicar parte de sus esfuerzos, que por favor me agregue para ver de qué manera podríamos ir articulándolo tanto desde lo local (resido en Málaga capital) como conectándolo a otras localizaciones de la geografía española, así como de Latinoamérica.

    Mi correo es: synergea@hotmail.com

    Por último, agradecer a Félix sus estimulantes artículos que me animan e impulsan a imaginar ideas como la anterior.

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  2. Genial, empieza muy bien la serie de reflexiones sobre los valores que necesitamos recuperar y desarrollar.

    Feliz año nuevo, o virtuoso año nuevo, jeje.

    Hasta pronto

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  3. El amor no es sacrificio, realmente, esa es una idea que nos aleja del verdadero sentido del amor. El amor es nuestra esencia, nuestra verdadera identidad, y es dando y amando como nuestra vida cobra sentido y somos felices. Dar es lo mismo que recibir, y cuando das amor vuelve a ti multiplicado. Amor que no espera nada a cambio. Gracias por hacernos reflixionar

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  4. Un abrazo, Felix. Estamos en ello.

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  5. Félix, echo en falta ciertos matices (no menores) en tu pensamiento y discurso. Cuando dices por ejemplo que la muerte nos aniquila, parece como si esfuerzo y debilidad fueran antagónicos y no lo son. Hay un gran esfuerzo en la humildad de dejarse amar, de ser débil y necesitar de la múltiple ayuda y afecto de los demás. De hecho no hay posibilidad de convivencia si a la vez que "nos damos" no "nos recibimos". El desarrollo personal está tanto en la fuerza de voluntad como en la pobreza de espíritu. Todo lo que podemos hacer es sobre y con aquello que previamente misteriosamente recibimos, incluso nuestra inteligencia, fortaleza física y capacidades espirituales y afectivas son recibidas. En tu visión integral siento que sueles olvidar la primaria dimensión receptiva del ser humano, quizás por miedo al entontecimiento y alienación que provocan Estado y Capital a su costa, pero en mi opinión te estás llevando el trigo junto con la cizaña.

    Gracias de todos modos por esta reflexión y oportunidad de debate. Un saludo

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  6. El esfuerzo puede ser hacia el bien o hacia el mal.En eso debemos estar de acuerdo todos,pero también debemos estar de acuerdo en qué es el bien y qué el mal,puesto que si no,el esfuerzo no sería compartido sino que se diseminaría en multiples direcciones y sería un esfuerzo esteril.
    Antes de complementar el esfuerzo,creo que se debería hacer un análisis del esfuerzo a secas en el ser humano.Quizá, lo que es para nosotros hoy el esfuerzo,desde la sociedad del capital y el estado,y lo que debería ser en un futuro.Yo me pregunto,¿el sustantivo esfuerzo sin adjetivos, debe nacer del individuo o del colectivo?Si nace del propio individuo,ya adquiere un elemento de ego,que de alguna forma debe ser pensado.¿Puede haber esfuerzo colectivo antes que esfuerzo personal?No estoy seguro,pero sin esfuerzo para la pervivencia personal,no puede provenir ningún otro ,y estamos de acuerdo que vivir,en definitiva,es esfuerzo a secas.Ahora bien,el esfuerzo propio,el primigenio,el que debe servir para llevar a efecto las demas formas adoptadas tambien puede servir hacia el mal o el egoismo más absoluto,pero sin esfuerzo propio no hay esfuerzo de ningún tipo,es decir,el perezoso,para esforzarse en lo colectivo,antes tiene que esforzarse en lo individual.De esta manera expongo lo que yo creo que es el esfuerzo,desde una perspectiva de vida.
    Otro asunto es lo que hay antes del esfuerzo.La sociedad nos ha moldeado a su imagen y semejanza,por tanto,ahora el esfuerzo es denostado y se ha suplido por la categoria de ego.El ego lo puede todo y es por ello por lo que se mueve esta sociedad.Sería hipócrita no reconocer que así,de una u otra forma y en mayor o menor grado,es como estamos constituidos los seres humanos de la actualidad.Lo que me indica a continuación es que antes del esfuerzo y del servicio,habría que establecer entre los interesados la proporción ajustada de ego,pues igual que expuse en el párrafo anterior,pienso que tan negativo puede ser vivir con un ego inflado,como con la ausencia de él.En el ego entra la dificultad de realizar las tareas del esfuerzo y el servicio,pues en definitiva hay un conflicto entre ellas.Desde mi perspectiva personal esta sociedad,al crearnos la desconfianza(el ego aparece por aquí) y la duda y el mirar sólo hacia dentro y no hacia fuera,nos deja apartados del esfuerzo,sí,pero mucho más lejos aún del esfuerzo colectivo.Creo que en este caso, yo voy a proponer(utilizando la filosofía de la verdad experiencial,la de Félix) que intentemos encontrar ese 51 % de verdad para intentar entender la realidad desde la experiencia personal y así poner en común la crítica(o la alabanza)al ego para poder comenzar con otras categorías.Empezaré con una pregunta que suele ser fuente de conflictos(al menos desde mi punto de vista)que es,¿cuán importante es tener razón?

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